A los adolescentes todo les da "palo"
17/04/2019
Toda madre o padre de un hijo adolescente sabe que éstos suelen transitar por episodios largos de aburrimiento. Normalmente esto despierta angustia y desespero en los adultos, que ven a los jóvenes como seres apáticos, pasmados, carentes de curiosidad y deprimidos.
Normalmente la solución que adoptan los padres es programar mil y una actividades extraescolares para que “se aproveche el tiempo y uno no se aburra en casa”. Pero ¿Porque está así mi hijo, si vivimos en un mundo lleno de estímulos?
El aburrimiento se manifiesta como una indiferencia generalizada hacia todo estímulo procedente tanto del exterior como del interior, y va acompañado de sensaciones como las de apatía, cansancio, desesperación, desinterés, fastidio, etc. Es obvio que todos en algún momento de nuestras vidas hemos sentido aburrimiento, durante tiempos más o menos largos. Esto lo podemos clasificar dentro de una cierta normalidad y responde a diversos motivos.
Pero en la adolescencia, el aburrimiento (o como se lo suele llamar, “el palo”) aparece en casi todas las facetas de la vida del adolescente.
Los adultos que rodean al joven suelen preguntarse por aquel chiquillo que llenaba de energía la casa un tiempo atrás. El adolescente ahora duda del adulto y se va encerrando en su propio mundo, evitando la intimidad familiar, con la idea de que ya sabe todo lo necesario para enfrentarse al mundo. Para ellos, el adulto “no sabe nada”.
Pero el adolescente también se cansa de su aislamiento y busca refugio de diversas maneras. Algunos usan su grupo de amigos, otros se cobijan en el lenguaje en un intento de ir generando pensamiento y escriben en sus diarios o componen y cantan a viva voz las canciones que mas les gustan. Otros, se amparan en conductas que estimulan su sensorialidad. Por ejemplo, es frecuente ver que los adolescentes comen mucho entre horas o abren constantemente la nevera quejándose si no encuentran algo de su agrado. También es habitual comprobar cómo se dedican en cuerpo y alma al deporte, con retos cada vez más exigentes. Otros se centran en los videojuegos, ya que es un punto intermedio entre lo sensorial y lo infantil.
Lo habitual es que, poco a poco, esto vaya cambiando y que más adelante el joven pueda volver a participar de los encuentros familiares ya desde otro rol, el de adulto. Con paciencia podremos acompañarlo en esta transición tan difícil, aunque parezca que nunca se vaya a superar el aburrimiento. Si en cambio, se observa que el joven no encuentra manera de salir de la burbuja en la que se haya, no está de más poder consultar con un especialista, pues puede ser signo de algo más preocupante.