Las rabietas: aprender a escuchar a los niños
24/05/2018
Muchos padres viven la etapa de las rabietas con mucha ansiedad porque piensan que es una forma que tienen sus hijos de tomarles el pelo, de desobediencia o de rebeldía. No es una etapa fácil para los progenitores que verán como se agota fácilmente su paciencia y en la que la autoestima del adulto se tambaleará.
Alrededor de los dos años cuando la supervivencia del niño esta ya garantizada, la naturaleza los prepara para la independencia. Un largo camino que se va adquiriendo con la edad y que en este momento de la vida se manifiesta con las rabietas. Llevando la contraria, el niño se da cuenta de que es otra persona y puede hacer cosas diferentes a los padres.
El único problema es que para los niños la negación conlleva un conflicto emocional importante, una lucha interior entre lo que se debe hacer por naturaleza y una incomprensión de los padres hacia tales actos.
No podemos ponernos en la mente de los más pequeños, no obstante, sabemos que detrás de una rabieta se esconden las emociones infantiles así que no podemos menospreciarlas. Quizás el niño no ha tenido ni un momento de descanso en todo el día y tiene hambre, sueño o esta cansado. Hemos de hacer un esfuerzo por empatizar y que pensar más allá de los lloros, de los gritos o de las negaciones.
Comprender que ocurre de verdad ante ciertas manifestaciones nos llevará a responder de manera proactiva y con más compasión.
Herramientas ante una rabieta:
- El contacto físico. Cuando son pequeños les ayuda a relajarse, como un abrazo. Una vez que el menor se va relajando, podemos irnos acercando.
- Hablar con ellos desde pequeños. Preguntarles por qué se han enfadado, que se le haga pensar el por qué de su enfado y qué alternativas tiene para resolverlo de una forma adecuada.
- Comprender que el niño no pretende tomarnos el pelo. Esta simple convicción hará que seamos más flexibles con ellos. Solamente nos pretende mostrar su identidad diferenciada.
- No responder con enfado. Responder con una rabieta es una forma de fomentarlas. Ya que para los niños los padres son sus modelos de referencia.
- Mantenerse firmes. No ceder ante las peticiones del niño. Es fundamental que el padre crea que controla la situación y que mantenga los límites establecidos. Éste se sentirá seguro ante tal sensación y se dará cuenta que la fórmula utilizada no le será útil.
Es difícil acordarse de todo ante una rabieta infantil. Y resulta complicado razonar cuando se está a punto de perder la paciencia. Por eso ante la duda de no saber como afrontar la situación, hay que pensar en lo mal que lo debe estar pasando el niño y acompañarle en todo momento desde el amor y la comprensión.
Las rabietas disminuirán cuando los niños vean que no tienen efectos sobre sus padres. Y sobre todo cuando podrán tolerar la frustración y expresar con palabras lo que hasta ahora solo podían manifestar con pataletas.