La guardería: un proceso de adaptación
17/11/2021
El inicio de la guardería representa la primera gran separación entre padres e hijos y supone un reto de adaptación en donde los padres dejan de ser los únicos cuidadores. Los adultos pueden vivir este momento con cierta inquietud e incertidumbre por como vivirá el niño esta nueva situación y si se sentirá contenido con las nuevas referentes. Pueden también surgir sentimientos de culpabilidad, “¿lo estaré abandonado?, sentimientos de desconfianza, “¿estará bien cuidado?” o bien sentimientos de tristeza, “¿me perderé sus avances?”, “me cuesta separarme de él”.
Esta etapa supone un proceso de adaptación para los niños y también para los padres que habrán de conectar con los propios sentimientos que surgen delante de la separación con sus hijos. Algunos niños, el inicio de la guardería, les puede resultar más laborioso y pueden manifestar alguna regresión como volver a no controlar esfínteres o dificultades en la regulación emocional, por ejemplo más rabietas.
Al observar estos cambios en los hijos, los padres pueden atribuirlos al funcionamiento de la institución y no a la dificultad que tiene el niño para intentar adaptarse a la nueva situación ya que es costoso tolerar el sufrimiento de éstos.
Delante de esta nueva situación los niños han de enfrentarse a:
- Compartir la atención de la maestra
- Tolerar la espera
- Seguir unes normes y rutinas
- Compartir juguetes
Cada niño tiene un ritmo diferente y los padres han de estar atentos a su idiosincrasia para acompañarlos en esta nueva etapa poniendo palabras al sufrimiento y mostrando afecto.
A veces nos encontramos que a los padres les resulta difícil hacerse cargo de las inquietudes de sus hijos ya que conectan como los propios miedos que ellos mismos sienten acerca de la separación Nos parece importante y necesario que éstos puedan diferenciar y ser conscientes de cuáles son las propias angustias y cuáles son las de sus hijos, para no proyectarlas y poderlas pensar y trabajar. El grado de preocupación de los padres es para los hijos el indicador de la gravedad de la situación. La preocupación transmite desconfianza y, por tanto, los niños han de sentir que los padres pueden sostener el malestar y confiar en su capacidad para adaptarse.
Des de ATIA estamos organizando grupos de padres y madres donde se reflexiona acerca de las propia vivencias y emociones hacia los hijos y de las experiencias que van surgiendo acerca de la parentalidad. La tarea del grupo estimula cuestionar, volver a pensar, ampliar puntos de vista sobe el rol como padre y/o madre y el tipo de crianza que se establece a nivel familiar Sabemos que cuando los padres son más reflexivas respecto a las propias emociones, ayudará a sus hijos a sentirse más seguros y confiados.