El día que decidimos dejar el móvil en un cajón
13/06/2019
Este es el testimonio de una familia que limito el uso del móvil en casa. Carlota es una niña alegre a la que le gusta la música, ordenar sus muñecas en fila india y leer cuentos. Hasta aquí todo normal, un día sus padres se dieron cuenta que el móvil empezó a invadir la vida de la familia.
El papa de Carlota viaja mucho por trabajo y es autónomo. Eso supone llamadas a todas horas por trabajo cuando está en casa y utilizar face time, coger el móvil y ver a papa en un vídeo, para hablar cuando el no está. A veces cuando acaba la llamada de papa, ella como excusa, ya que lo tenía en su poder, pedía enseguida “música”.
Yo que soy la madre y por las mañanas estoy sola, tengo que preparar a las dos niñas, Carlota tiene una hermana de 6 meses Lucía, para ir a la guarde, más prepararme para ir a trabajar. Cuando por las mañanas necesitaba que Carlota no se moviera para poder hacer cosas, a veces también le daba el móvil.
Empezamos a darle porque nos pedía música, es verdad que le gusta mucho, pero cuando acababa una canción metía un video y luego otro y pasaba de pantalla en pantalla. No se conformaba con un contenido cada vez. Carlota empezaba a depender del móvil y solo tenía 2 años, fue horroroso reconocer y darnos cuenta de hasta donde habíamos llegado.
Si hablábamos por teléfono delante de ella no nos dejaba hablar, gritaba y se enfadaba si no le dábamos. Se ponía a llorar si veía el móvil y le decíamos que no podía jugar con él. Por la calle se fijaba en las personas que lo utilizaban y luego nos miraba como diciendo “Todo el mundo tiene móvil ¿Porque yo no?”. Cada vez que salía el tema del teléfono era una rabieta asegurada. La situación se estaba descontrolando. A veces dependiendo de la situación familiar y del interés del niño, es muy difícil convivir con este tipo de dispositivos y la clave es poner límites desde el principio. Nosotros nos olvidamos y lo pasamos por alto. La única cosa, creemos positiva, y que nunca hicimos, fue dejarla sola con el móvil, siempre supervisábamos el contenido que estaba mirando.
Pero un día lo vimos claro, SE ACABO. Cuando se entra en casa el móvil se deja en un cajón en la entrada. Y así lo hicimos.Lo increíble de esta experiencia son las consecuencias inmediatas que empezamos a notar desde que eliminamos el móvil en nuestro ambiente familiar.
En vez de darle para que estuviera distraída le empezamos a hacer partícipe de las tareas de casa. “¿Carlota me ayudas con la ropa sucia?, ¿Le das el biberón a tu hermana?, ¿Preparamos la mesa para el desayuno? “ Y ella respondía súper contenta y orgullosa.
Sin móvil durante el día, a la hora de irse a dormir el sueño aparecía mucho más rápido y descansaba mejor.
Como no había dispositivos electrónicos al alcance, empezamos a disfrutar de la presencia de los 4, pasábamos mucho más tiempo juntos, aprendimos a aburrirnos y reírnos de cualquier cosa. A compartir momentos. Empezábamos a estar más conectados realmente, no de manera virtual como antes.
Establecimos un límite tan claro y ella lo profundizo tanto, que ahora ya sabe que un “NO” es “NO”. Y aunque se queje e insista muchísimo, sabemos que lo ha comprendido. Y eso a su vez la hace estar más tranquila, nos entiende y nosotros la entendemos.
Ahora ya no depende del móvil, yo no se acuerda y lo mejor de todo si lo ve ya no lo quiere, de vez en cuando nos pide música y le ponemos en un altavoz usb.