Educación emocional de los hijos
18/03/2024
En la sociedad actual hay una tendencia a reprimir las emociones, a no escucharlas y a no compartirlas con los otros. Muchas veces es por el “¿que pensaran de mi si tengo esta emoción?, ¿soy débil?, ¿soy incapaz?, ¿soy un exagerado?
Es frecuente encontrarnos con personas que les cuesta identificar y expresar lo que sienten o bien lo relacionan con un malestar físico pasajero.
A menudo se minimiza el malestar emocional y no se da la importancia suficiente negando incluso las señales que nos da el cuerpo. Sabemos que cuando se reprime la emoción es mucho más probable que acabe aumentando el malestar físico. Además hemos de tener en cuenta que los sentimientos no son buenos ni malos, y no podemos decidir como nos afectan en cada momento. Pero si podemos identificarlos y tratar de entenderlos. Las emociones y otras sensaciones que tenemos en el cuerpo (malestar digestivo, cansancio, migraña, sensación de ahogo) funcionan como un radar que nos avisa cuando alguna cosa no va bien.
Esta dificultad para identificar y expresar las emociones puede ser consecuencia del poco acompañamiento recibido los primeros años de vida.
Muchas veces oímos como los padres dicen a sus hijos: no llores, no tengas miedo, no te enfades, no pasa nada. Si no se describen, identifican y validan las emociones, ¿cómo sabrán más adelante hacerlo por ellos mismos?
Para poder regular mejor las emociones primero las hemos de reconocer y las hemos de nombrar, es decir, ir diferenciando la emoción de la reacción que provoca. Por ejemplo, el enfado puede provocar un golpe, sudor en el cuerpo, inquietud motriz. Los niños tienen su propia forma de expresar las emociones y a menudo es a través de la conducta/acción. Por esto, el adulto le ha de acompañar dando sentido a su malestar, poniendo palabras y generado pensamiento para que más adelante sean ellos mismos que lo puedan verbalizar.
Los padres se habrían de hacer las siguientes preguntes: ¿por qué ha actuado de esta manera?, ¿por qué se ha enfadado esta tarde?, ¿qué le ha podido provocar esta emoción?, ¿qué ha pasado justo antes?, ¿cómo he reaccionado yo?
Es importante que los adultos puedan hacer el trabajo previo de identificar y verbalizar las emociones de los niños, entender lo que los lleva a sentirse y actuar de aquella manera para poderlos acompañar en este aprendizaje.
Os proponemos un ejercicio que os puede ayudar: parar, pensar y haceros preguntes delante de una emoción intensa:
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¿Qué pienso? |
¿Qué siento en el cuerpo? |
¿Cómo reacciono? |
¿Cómo lo expreso? |
¿Qué me ayuda a sentirme mejor? |
Alegría |
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Tristeza |
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Miedo |
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Rabia |
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Vergüenza |
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Sin embargo, hay niños que pueden presentar dificultades en la regulación de las emociones y es en estos casos que se hace necesaria la intervención de un profesional que ayude tanto a los padres como a los niños en la mentalización de las emociones para su mejor regulación. Si es vuestro caso, no dudes a ponerte en contacto con nuestros profesionales.