¿Cuándo hay que acudir al psicólogo?
25/01/2018
La decisión de solicitar ayuda profesional no siempre es fácil, ni se toma de manera rápida, la mayor parte de las veces responde a un proceso por el cual se va tomando conciencia poco a poco. Ir a terapia psicológica no significa que una persona sea débil sino todo lo contrario, es un gesto de valentía a través del cual se reconoce la existencia de una dificultad y la voluntad de solucionarla.
De la misma manera que permanecer con un dolor recurrente durante meses en el estómago sin ir al médico, no tiene mucho sentido, tampoco lo tiene aguantar el dolor emocional sin más. Así lo afirma la psicóloga María Jesús Álava Reyes autora de «La inutilidad del sufrimiento», el libro de psicología más vendido en la materia.
En algunos casos, nuestro cuerpo nos avisa que algo no va bien y es importante estar atento a las señales que nos da; dolores de cabeza, agotamiento, tensión muscular, dolores estomacales, insomnio. Otras veces, serán nuestras emociones las que nos indiquen malestar; irritabilidad, labilidad emocional, enfado, incomprensión.
Algunos síntomas que indican la necesidad de acudir a un experto:
- Sentir que no se tiene control sobre los acontecimientos diarios.
- Inquietud elevada manifestada en síntomas corporales como presión en el pecho, aceleración del ritmo cardiaco, hiperventilación, respiración muy superficial o acelerada entre otros.
- Pérdida del control de las emociones, llanto, rabia o euforia injustificada.
- Dificultad vital, problemas graves de pareja, hijos, trabajo, que bloquean enfrentarse al día a día.
- Presencia de pensamientos catastrofistas que impiden vivir la vida con normalidad. A veces se refleja en inseguridad o baja autoestima.
- Sentimientos de incomprensión y de soledad.
- Agresividad difícil de controlar.
- Pensamientos de que todo el mundo está en contra.
Las personas que frecuentan la consulta del psicólogo lo hacen cuando ya no pueden más, con un cuadro de sufrimiento en el que se ha perdido el control de las emociones e incluso de la vida cotidiana, tanto en el ámbito social, familiar o laboral.
“No hace falta estar en una situación extrema. Cuando usted sienta que necestia ayuda en su vida diaria porque no sabe cómo afrontar la situación que está viviendo, entonces es cuando necesita recibir tratamiento”, concluye Álava.