El Bullying
29/03/2019
El acoso escolar o bullying constituye, hoy en día, uno de los principales problemas de los centros escolares españoles, cuya frecuencia en las aulas –y fuera de ellas-, ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años.
¿Qué es y cómo se define el bullying? Dan Olweus, uno de los primeros psicólogos en conceptualizar el término, lo explica como una conducta de persecución física y/o psicológica que realiza un alumno o alumna con otro/a, al que escoge como víctima de repetidos ataques. El bullying se considera un tipo de comportamientos agresivo asociado a actos intencionados y u de agresión física y verbal (insultos, amenazas...), pero también de agresividad en las relaciones sociales (aislamiento social, generación de rumores...).
Los niños expuestos a la victimización sistemática por parte de sus compañeros pueden sufrir problemas de adaptación, soledad, ansiedad generalizada y social, baja autoestima, altos niveles de síntomas psicosomáticos y problemas de depresión en la edad adulta.
Igualmente, la evidencia señala que el acoso y la victimización tiene influencias perniciosas, no sólo en las víctimas de acoso escolar, sino también en el resto de los alumnos implicados en una situación de esta naturaleza, detectándose, independientemente del rol que se ejerza en la misma, un mayor riesgo de sufrir desajustes psicosociales y trastornos psicopatológicos en la adolescencia y en la etapa adulta en todos los alumnos implicados
La detección temprana del bullying es trascendental en aras de reconducir su curso y evitar consecuencias irreversibles o muy profundas en la víctima y sus agresores.
Los niños no siempre reconocen que están siendo acosados. Hay ciertas señales indicativas, como: reticencia a asistir a la escuela, disminución del apetito, pesadillas, llanto, síntomas de depresivos o ansiedad. El acoso suele producirse fuera del aula, por ejemplo, en la hora del recreo, en los pasillos, en los baños, en el autobús escolar, así como a través de teléfonos móviles y ordenadores, donde la supervisión es limitada o ausente.
Los centros educativos deben trabajar juntamente con los alumnos para que estos sean conscientes de la importancia y la gravedad del bullying, creando un ambiente seguro donde se habla del acoso escolar y se denuncie el abuso.
Igualmente, el rol fundamental que puede desempeñar el contexto familiar es innegable: las relaciones de apoyo dentro de la familia también pueden proteger contra las influencias negativas de las adversidades de los iguales. Para conseguirlo, son fundamentales la comunicación, poner límites, fomentar el desarrollo de la empatía y ser un ejemplo en el rechazo a la violencia como forma de educar y actuar.
Informar a los padres sobre las diversas caras del acoso escolar y cómo se refleja en los niños que lo sufren pueden hacer que los progenitores detecten un posible caso de acoso escolar a tiempo, pudiendo actuar de una manera eficaz.
Son muchas las horas que pasan los niños y niñas dentro de los centros escolares. Y lo que allí suceda, junto con lo que ocurra en su familia, es clave para un adecuado desarrollo psicológico y social. Si detectas en tu hijo algún síntoma que pueda estar relacionado con el bullying busca ayuda profesional y háblalo enseguida con el centro escolar. La calidad en las relaciones y en el afrontamiento de los conflictos junto al rendimiento académico son claves en la construcción de la personalidad de cada individuo.